Cuando pensamos en el desierto, se nos vienen a la mente estos sitios enormes, llenos de arena, altas temperaturas y secos. Sobre todo eso último, la falta de agua es una constante en estos enormes lugares.
Pero ahora bien, ¿qué pasa cuando llueve, que cambios suceden en el ecosistema? Ya que son sitios en donde la ausencia de agua es casi perpetua, es interesante saber que pasa bajo un torrencial.
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La falta de lluvia es el origen del desierto.
Para tener un mejor contexto, los desiertos existen precisamente porque no llueve en ellos. Ya que muchos de estos sitios en tiempos remotos fueron incluso mares o sitios llenos de vegetación. Esto pudo suceder hace miles o millones de años.
Pero ante la falta de agua gradualmente la tierra se fue secando. Llegó un punto en el que se volvió roca y con el paso del tiempo, se volvió la arena que ya conocemos. Se fue deshaciendo y pulverizando poco a poco.
Es por eso que la relación entre el desierto y la falta de lluvia es tan íntima. Vale la pena mencionar que muchos de los desiertos más grandes del planeta se encuentran precisamente en la zona del ecuador del mundo.
Las condiciones climáticas de esta región son muy similares, por lo que es fácil encontrar desiertos a esa altura del mundo. Y la falta de precipitaciones fluviales son parte esencial que toda esa región haya quedado así.
Pero, ¿Qué pasa si llueve, a veces lo hace?
Si, hay desiertos en los que llueve. Por supuesto, son muy escasas y tampoco suceden como pasaría en otras partes del planeta. Incluso eso cambia la clasificación.
Hay desiertos que son considerados áridos si reciben unos 250 mm de lluvia durante el año y son considerados extremadamente áridos si reciben menos de eso en un tiempo de 12 meses. Pero aquí ocurre algo curioso.
En muchos sitios extremadamente áridos se han logrado registrar que si llueve. Y al suceder lo hace no solo de manera breve sino torrencial. Eso si, ocurre por un periodo de tiempo bastante breve.
¿Y eso como cambia el paisaje?
Muchos de los cambios que realizan al paisaje son temporales. Por ejemplo, muchos lechos secos, agujeros y similares que están vacíos por bastante tiempo, de repente tienen nueva vida al llevar agua aunque sea de manera temporal.
Pero para el resto del lugar, por lo regular terminará toda esa agua absorbida por la arena de forma rápida. Piensa como como la tierra absorbe rápidamente todo líquido que cae encima, ya que necesita hidratarse.
La deshidratación que tiene dicha tierra es extrema, por lo que incluso siendo una cantidad alta de agua, terminará por ser absorbida y por lo regular no causará ningún cambio posterior. Al poco tiempo, todo se verá seco.
El curioso caso del desierto Atacama en Chile.
El desierto de Atacama tiene un paisaje muy similar a cualquier otro: seco, árido, amarillo por todas partes. Pero en el año 2015 las condiciones cambiaron de manera temporal, existiendo varias precipitaciones constantes.
Fue un desastre para la población, ya que hubo miles de damnificados. Pero para lo que nos atañe, el cambio del paisaje fue radical: lo que antes era una zona muerta, de repente terminó siendo un campo de flores, con plantas de todo tipo.
No es algo común que ocurra, y de hecho el desierto ha vuelto en la actualidad a su aspecto original. Pero nos deja un buen ejemplo de como la lluvia puede llegar a cambiar un paisaje.
Y que incluso el más seco de los desiertos, en algún punto puede lograr recuperar toda la vida que ha perdido.